El cigarro está mal visto. El tabaco está pasado de moda. Pero la industria tabacalera no está pasando por ninguna crisis. Es más, han encontrado un nuevo filón, los productos asociados al consumo de nicotina. Y en este amplio espectro de productos de cigarrillo calentado, cachimbas, o bolsas de nicotina el rey es el vaper que, además, engancha hasta los más jóvenes abriendo el camino a una futura adicción. El inicio del consumo está ya en los 13 años.
Desenmascarar las nuevas formas del tabaco es el reto en el que se centra el Día internacional contra el Tabaco que se celebra el próximo 31 de mayo. «El consumo de vapers y cigarros calentados se ha duplicado en los últimos años, en la encuesta EDADES de 2020 estaba el consumo en un 12%, la de 2024 lo sitúa en un 19%, y se vuelven a normalizar conductas que ya se habían desnormalizado», explica la coordinadora de la Unidad de Tabaquismo del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), Teresa Peña.
Un ejemplo es el interés en volver a introducir como algo normal el consumo de nicotina desde la infancia. «Si la forma de normalizar el consumo de tabaco desde la infancia eran los cigarros de chocolate ahora hemos pasado a los vapers con sabores, colores y hasta diseños que parecen un juguete», recuerda la neumóloga. Por eso chirrían en los médicos los regalos de comunión en forma de vapers con forma de Bob Esponja o Spiderman que recientemente se hizo viral y que se pueden adquirir vía internet. Peña recuerda que «el vaper no es inocuo y no es un juguete, estamos generando futuros adictos a la nicotina».
Unos tienen nicotina ya sean de usar y tirar, con el daño medioambiental que genera, los hay recargables (con líquido o dispositivos), otros no llevan nicotina pero tienen otros elementos que cuestionan su uso. Con cada calada que emana un humo blanco y aparentemente inofensivo, se quema propilenglicol, glicerina, metales pesados y los aromatizantes y saborizantes que también pueden ser dañinos para la salud pero el efecto del uso prolongado aún está por aflorar.
El consumo de esta sustancia en concreto se ha disparado entre la población más joven. Vapear es el camino para crear nuevos adictos a la nicotina. «Vemos que cada vez se inician en el consumo más pronto, son sin nicotina pero les hacen más frágiles al consumo en el que se inician ya en 13, 14 o 15 años», explican. Por eso, ante la temporada de comuniones recuerdan algo aparentemente obvio, «cualquier cosa relacionada con el tabaco o que se asocie a fumar no es un regalo, los vapers no son un juguete aunque lo parezcan».
Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2024 refleja que el 11% de menores de 13 años había probado el cigarro electrónico. El porcentaje se incrementa hasta el 32% en jóvenes de 15 años mientras que los porcentajes de inicio en el consumo de cigarrillos, según la estadística EDADES, está en los 16,6 años.
Los efectos en la salud de vapear están por conocerse. Aunque algunos ya empiezan a llegar a las consultas. En Estados Unidos se detectaron hace unos años casos de daño pulmonar agudo en personas jóvenes por el tipo de vapeador que se utilizaba. Hoy la tecnología ha superado ese bache pero se aprecian los mismos daños que se detectaban con el tabaco hace tres décadas. «Se observan efectos cardiovasculares, irritación en las vías respiratorias y bronquitis pero para ver los efectos a largo plazo, como pasó con el tabaco, habrá que esperar muchos años y un mayor consumo», recuerda Teresa Peña.
Los sabores, en teoría prohibidos ya, el olor atrayente y la imagen dispara la aceptación de los consumidores. Desde el cool IQOS que se ilumina, es fino y con estilo, destinados a la mujer, a los que parecen un juguete o tienen sabores o el aspecto tecnológico que atrae a los jóvenes.
Pero no es la única herramienta que la industria tabacalera ha encontrado para sustituir al denostado cigarrillo. «El negocio persiste están los cigarrillos electrónicos, el tabaco calentado, las cachimbas o las bolsas de nicotina que se colocan en el diente y que se va liberando la sustancia en la boca y no importa que el tabaco esté prohibido porque no se ve», recuerda la neumóloga del HUBU.
EL CORREO DE BURGOS
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