Catacumbas Made in Gamonal
Á.M / Burgos - miércoles, 20 de marzo de 2013
El Ayuntamiento sigue sin encontrar documentación que legitime la existencia de decenas de sótanos artesanales debajo de la barriada Juan XXIII • Para hacerlos se alcanzaron e incluso se afectaron los cimientos de los bloques
Haberlos, haylos. Y ni son pocos ni son nuevos. Los sótanos ilegales de la barriada Juan XXIII, que han puesto en alerta al Ayuntamiento después de que las reuniones vecinales con motivo de las obras previstas en la calle Vitoria ‘democratizaran’ el conocimiento de su existencia, están muy extendidos por todos los bloques, aunque ni son todos iguales ni se ejecutaron conforme a proyecto alguno. Quizás sea eso lo único que tengan en común.
Un paseo por las ‘catacumbas’, que es como los residentes históricos del barrio conocen estos locales, atestigua lo que en dependencias municipales ya se temen después de haber buscado información sobre los sótanos y no haber encontrado nada: se construyeron artesanalmente hace décadas y alcanzaron, e incluso superaron, los cimientos de los edificios.
Siempre fue así
Un paseo por las ‘catacumbas’, que es como los residentes históricos del barrio conocen estos locales, atestigua lo que en dependencias municipales ya se temen después de haber buscado información sobre los sótanos y no haber encontrado nada: se construyeron artesanalmente hace décadas y alcanzaron, e incluso superaron, los cimientos de los edificios.
Siempre fue así
Una de las paradas obligatorias es un supermercado que ha estado abierto de forma continua desde hace casi medio siglo aunque, eso sí, bajo diferentes ‘franquicias’. Lo que no ha cambiado es la propiedad, que no es quien explota el local. Visto el bajo, en cuyas paredes se aprecia perfectamente que se instalaron vigas de acero para apuntalar el bajo utilizado como almacén, y que por supuesto no figuraba en los proyectos de construcción, resulta obvio que las zapatas de los cimientos se desnudaron para abrir los compartimentos.
Esto es lo que preocupa a los técnicos. En algunos casos la profundidad de los locales excede a la de los cimientos originales, lo que es la prueba de que fueron modificados y que, muy probablemente, llegaron a quedar sin asiento hasta que se construyeron nuevos soportes. Además, cualquier hundimiento del terreno en el que se apoyan provocaría graves daños estructurales en los edificios.
Ya hay un bloque, concretamente el número 9, que años atrás fue objeto de una importante intervención que supuso una cuantiosa derrama a los propietarios porque aparecieron grietas hasta el quinto piso. No existe constancia de que los sótanos fueran la causa, pero tampoco de que no lo fueran.
Los actuales inquilinos del supermercado alquilaron el local con el almacén construido, y los anteriores también. Lo mismo ocurrió en el bar África. Lorena, de la familia que explota el conocido establecimiento, explica que su familia accedió al local después de que fuera utilizado por un mítico bodeguero de la zona. Cuando entraron, ya existía el sótano.
A Daniel, el zapatero del barrio, le ha ocurrido lo mismo. Se acaba de mudar y en los planos del comercio figuraba el bajo. Lo curioso del asunto es que en las licencias que pagó, el Ayuntamiento le cobró también por los 45 metros subterráneos que no usa, eso sí.
Esto es lo que preocupa a los técnicos. En algunos casos la profundidad de los locales excede a la de los cimientos originales, lo que es la prueba de que fueron modificados y que, muy probablemente, llegaron a quedar sin asiento hasta que se construyeron nuevos soportes. Además, cualquier hundimiento del terreno en el que se apoyan provocaría graves daños estructurales en los edificios.
Ya hay un bloque, concretamente el número 9, que años atrás fue objeto de una importante intervención que supuso una cuantiosa derrama a los propietarios porque aparecieron grietas hasta el quinto piso. No existe constancia de que los sótanos fueran la causa, pero tampoco de que no lo fueran.
Los actuales inquilinos del supermercado alquilaron el local con el almacén construido, y los anteriores también. Lo mismo ocurrió en el bar África. Lorena, de la familia que explota el conocido establecimiento, explica que su familia accedió al local después de que fuera utilizado por un mítico bodeguero de la zona. Cuando entraron, ya existía el sótano.
A Daniel, el zapatero del barrio, le ha ocurrido lo mismo. Se acaba de mudar y en los planos del comercio figuraba el bajo. Lo curioso del asunto es que en las licencias que pagó, el Ayuntamiento le cobró también por los 45 metros subterráneos que no usa, eso sí.
Otro de los sótanos construido fuera de proyecto bajo un comercio en el que se aprecian perfectamente las zapatas de los cimientos del edificio. foto DB
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