db.Mucho se está especulando sobre el lugar -dentro de la capital- que Campofrío elegirá para erigir la nueva planta que sustituya a la factoría que fue pasto de las llamas el pasado 16 de noviembre. Quizá no signifique nada y finalmente la dirección opte por Villalonquéjar, que es una de las posibilidades que se barajan, pero Campofrío se ha dado mucha prisa -apenas 20 días- en redactar y presentar en el Ayuntamiento el proyecto de demolición de la fábrica de la calle La Bureba, en el polígono industrial de Gamonal.
De hecho ya ha elegido a la empresa que llevará a cabo el derribo, la navarra Erri-Berri Construcciones y Excavaciones, una de las firmas punteras del norte de España para la ejecución de esta clase de trabajos. El proyecto, que llegó ayer mismo por la mañana a la sección de licencias del Consistorio, prevé que las tareas de desescombro y demolición duren tres meses. El presupuesto total asciende a 1,2 millones de euros.
El Ayuntamiento quiere dar todas las facilidades a la empresa para que termine cuanto antes con el derribo. Por ello la concejal de licencias, Dolores Carrillo, firmará hoy mismo la orden de ejecución con el fin de que los trabajos den comienzo el próximo martes día 9 de diciembre, porque el lunes es festivo. Por tanto, si no surgen obstáculos de entidad, el solar que ocupaba la planta quedará expedito totalmente en marzo.
De la demolición estará muy pendiente la Comisaría General de la Policía Científica. Sus investigadores no podrán acceder al interior a inspeccionar sobre el terreno hasta que no esté garantizada la seguridad y sean retirados aquellos elementos arquitectónicos que amenazan con venirse abajo.
De hecho, los policías encargados de llevar a cabo las pesquisas podrán interrumpir el derribo cuando consideren que pueden entrar a la zona donde se piensa que comenzó el fuego. Cuando tengan vía libre para pasar sin riesgo al sector que ha de ser objeto de investigación las máquinas se detendrán a fin de que el escenario no se destruya o contamine, señalaron fuentes consultadas por este periódico.
En principio estaba previsto que los investigadores accedieran ayer, pero han decidido no hacerlo hasta que no empiece el derribo. Por tanto, habrán de estar muy atentos a cómo se desarrolla la demolición, con el propósito de establecer por dónde les conviene que operen las máquinas de Erri-Berri.
El pasado 19 de noviembre hubo ya una grúa de demolición en la planta de Campofrío, pero se limitó a ejecutar unos trabajos que solicitó el Cuerpo de Bomberos de Burgos. Algunas placas verticales de hormigón que cubren la fachada se habían movido como consecuencia del fuego y era preciso tirarlas abajo para evitar que cayeran sobre los efectivos del parque y los trabajadores que intententaban recuperar los suministros para la planta de Jamones Burgaleses.
Lo único que ha podido hacer la Policía Científica por ahora es rescatar la central de incendios -’caja negra’- con toda la información sensible del día del siniestro. De hecho, el juzgado de Instrucción 3 ya está en posesión de la misma. Esa caja -situada en un lugar seguro a salvo de catástrofes- contiene una memoria de eventos con información «sobre las alarmas que saltaron, si se activaron o no, a qué hora lo hicieron o en qué zonas».
Asimismo, recoge datos sobre la presencia de humos en las diferentes estancias, incrementos de temperatura, presión, etc. Toda está información ha de estar en posesión de la autoridad judicial, que es la que tendrá que determinar cuáles fueron las causas del incendio y si el siniestro puede ser imputable a alguien en concreto o se debió a hecho puramente accidental.
El mismo día del incendio comenzó a tomar fuerza la posibilidad de que se hubiera producido un cortocircuito en la nave dedicada a cocidos, denominada Tecnal, en concreto en los lavaderos de jumbos, unos contenedores en los que se elabora la masa con la que luego se fabrica el jamón york, el choped y la mortadela. Otras fuentes señalaban que pudo originarse tras una avería en el cargador de baterías de las carretillas.
La Comisaría General de la Policía Científica (Madrid) movilizó a su unidad canina, con dos perros adiestrados para detectar la presencia de sustancias acelerantes (gasolina, queroseno, acetona, disolvente de pintura, etc).
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