La Policía Nacional no halla evidencias de una fuga fortuita en la bombona de propano ni una goma que la conectara a un calefactor, por lo que también se descarta que ocurriera por una negligencia
Las primeras conclusiones de la Policía Nacional en la investigación de la explosión que provocó el desplome de dos casas en la Barriada Inmaculada a principios de mes apuntan a que fue intencionada. El análisis de los vestigios hallados entre los escombros del número 46 de la segunda manzana, donde se originó la detonación, descarta que se tratara de un accidente o de un hecho fortuito, según las primeras estimaciones de la Brigada de la Policía Científica.
Especialistas de las Comisaría de Burgos y de la de Valladolid examinaron la ‘zona cero’ el 6 de septiembre, un día después del suceso. Allí encontraron la bombona de propano que liberó el gas que -tras entrar en contacto con un punto de ignición- provocó la explosión. Pues bien, los investigadores no hallaron en ella ningún signo de que pudiera tener un defecto de fábrica que facilitara la fuga. Tampoco aparecieron en lo que quedaba de la vivienda elementos auxiliares -como restos de una goma- que permitieran deducir que la botella estaba conectada a una cocina o a un calefactor. Sí fue hallado el regulador que se coloca en la cabeza, que presentaba daños propios del ‘bombazo’.
Además, en la bombona quedaba algo de gas, no había salido todo en el momento de la explosión, lo que lleva a descartar un escape, pues de haber sido así se habría vaciado por completo. En un escenario así, la hipótesis con la que trabaja la Comisaría es de que se trató de un incendio provocado y, en principio, intencionado. Nada hace pensar, por el momento, que se tratara de una negligencia. Su único ocupante a las 9,15 horas del 5 de septiembre era su dueño, que resultó herido de gravedad, de hecho sigue ingresado en la Unidad de Quemados del Hospital Río Hortega, de Valladolid, con quemaduras en el 70% de su cuerpo.
Los testigos vieron a E.S.A., de 40 años, cómo salía en llamas por la puerta en el momento de la deflagración. Los funcionarios policiales de la Comisaría todavía no han podido tomarle declaración oficial, pues se halla en estado grave, de modo que ni siquiera está aún investigado por estos hechos. En el momento que se recupere hablarán con él y tendrá ocasión de manifestar su versión de los hechos. Todo indica que en el momento de la explosión estaba en la puerta o muy cerca, porque si no el fuego lo habría devorado por completo. De haber estado en otra habitación lo lógico es que la casa se le hubiera caído encima y, en lugar de quemaduras, hubiese sufrido contusiones y otro tipo de lesiones.
Los vecinos de la Barriada Inmaculada declararon el mismo día del suceso y en los posteriores que en esa casa se producían numerosas discusiones, a voces, pues el hombre estaba separado de su mujer. Es más, justo la noche anterior a la explosión, estuvo la Policía Nacional. Patrullas de la Brigada de Seguridad Ciudadana acudieron hasta el domicilio porque avisaban de una fuerte discusión entre el hombre que resultó herido con quemaduras y un familiar de su exesposa.
La explosión destruyó el número 46 pero también la vivienda aneja, el número 47, donde en ese instante dormían 3 personas que salvaron la vida de milagro. Una, de hecho, hubo de ser rescatada por los bomberos de entre el amasijo de cemento y ladrillos a que quedó reducida la casa. Naiara S., de 24 años, se hallaba en su cama de la primera planta cuando le sorprendió el hundimiento de la vivienda. Cayó al piso de abajo, con la fortuna de que dos vigas quedaron superpuestas y crearon una «burbuja de supervivencia» que le salvó del aplastamiento total. Su cuerpo quedó bajo una montaña de ladrillos y cemento atrapado solo por las piernas. Su hermana Ariadna, que ya había logrado salir, le dio su número a los bomberos, que la telefonearon. Por suerte, el móvil había quedado junto a ella en la caída y pudo descolgarlo. Durante más de media hora, el jefe del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento estuvo hablando con ella y dándole fuerzas para que aguantara. Se iniciaba una carrera contrarreloj para liberarla cuanto antes.
Sería trasladada poco después a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del HUBU y fue dada de alta al día siguiente, pues milagrosamente solo sufrió rasguños y una torcedura de tobillo.
El despliegue de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de los bomberos fue espectacular. Se desplazaron 18 efectivos del parque, 24 de la Policía Local y otros tantos de la Nacional. En pocos segundos constituyeron un perímetro de seguridad en torno a la ‘zona cero’ por el riesgo de que se pudiera originar otra explosión. Y es que la destrucción de esas dos viviendas fracturó la acometida de gas natural y se produjo una fuga, cuyo sonido se oía con nitidez en el vecindario durante los primeros momentos. Los técnicos de la empresa actuaron con rapidez para cortarla.
Además de las dos viviendas derruidas resultaron afectadas el número 48, el número 61 -la de enfrente- y otras dos situadas en la parte trasera.DB
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