En el peor momento de la crisis sanitaria, con las calles vacías de coches y personas y los polígonos industriales prácticamente parados, la economía burgalesa mantuvo operativos en torno a los 138.000 puestos de trabajo medios mensuales, asalariados y autónomos, entre los que se incluyen los 26.672 trabajadores afectados por una suspensión temporal de contrato (ERTE), que siguen estando de alta en el sistema, y las decenas de miles que optaron por el teletrabajo desde sus hogares.
El precio del frenazo económico desde el 14 de marzo al 30 de abril (a la espera de conocerse los datos de mayo) fue de 6.000 empleos destruidos (sin protección alguna de ERTE), muchos de ellos trabajadores de más de 45 años y, entre estos, más mujeres que hombres. Es una cifra aparentemente pequeña ante la magnitud de lo ocurrido, que deja entrever que hay sectores que están soportando mejor la tormenta perfecta del coronavirus.
Cuatro de cada diez puestos de trabajo destruidos, en torno a los 2.200 en total entre marzo y abril, se centran -casi por igual- en dos actividades económicas. La primera es conocida, la hostelería, donde son mayoritarios los ERTE y que se ha visto obligada a cerrar sus puertas y congelar hasta mañana lunes una forma de negocio que vive de la reunión de personas en torno a una barra de bar, una mesa de restaurante o una plaza hotelera en un destino turístico.
La otra actividad muy castigada ha pasado más desapercibida, aunque es igual de común y estratégica como la vinculada al ocio y al turismo. Se trata de las actividades administrativas y servicios auxiliares, un epígrafe que implica a todo tipo de negocios y que agrupa a todos esos trabajadores que desarrollan actividades administrativas de oficina y otro tipo de actividades auxiliares en las empresas. También incluye actividades de alquiler, relacionadas con el empleo y servicios de vigilancia y jardinería en edificios. Asimismo, agrupa a todas las plantillas de agencias de viajes, operadores turísticos, servicios de reservas y actividades relacionadas con los mismos.
En la hostelería, según los datos de afiliación media mensual de la Seguridad Social, cotizaron en abril 10.113 personas, la mayor parte de ellas amparadas por un ERTE, que no supone despido sino la suspensión temporal de un contrato o una reducción de horas de trabajo sostenida con ayudas públicas.
Pese a este colchón, las estadísticas de la Seguridad Social detectan una media de 1.041 cotizantes desaparecidos entre marzo y abril, lo que supone la eliminación definitiva del 9% de las plantillas de bares, restaurantes, hoteles, entre otros negocios. Es un porcentaje que crecerá previsiblemente a lo largo de los próximos meses, cuando no exista el amparo de los ERTE, se reabran las puertas y no haya actividad ni ingresos suficientes para sostener las plantillas existentes antes de la alarma nacional.DB.
El precio del frenazo económico desde el 14 de marzo al 30 de abril (a la espera de conocerse los datos de mayo) fue de 6.000 empleos destruidos (sin protección alguna de ERTE), muchos de ellos trabajadores de más de 45 años y, entre estos, más mujeres que hombres. Es una cifra aparentemente pequeña ante la magnitud de lo ocurrido, que deja entrever que hay sectores que están soportando mejor la tormenta perfecta del coronavirus.
Cuatro de cada diez puestos de trabajo destruidos, en torno a los 2.200 en total entre marzo y abril, se centran -casi por igual- en dos actividades económicas. La primera es conocida, la hostelería, donde son mayoritarios los ERTE y que se ha visto obligada a cerrar sus puertas y congelar hasta mañana lunes una forma de negocio que vive de la reunión de personas en torno a una barra de bar, una mesa de restaurante o una plaza hotelera en un destino turístico.
La otra actividad muy castigada ha pasado más desapercibida, aunque es igual de común y estratégica como la vinculada al ocio y al turismo. Se trata de las actividades administrativas y servicios auxiliares, un epígrafe que implica a todo tipo de negocios y que agrupa a todos esos trabajadores que desarrollan actividades administrativas de oficina y otro tipo de actividades auxiliares en las empresas. También incluye actividades de alquiler, relacionadas con el empleo y servicios de vigilancia y jardinería en edificios. Asimismo, agrupa a todas las plantillas de agencias de viajes, operadores turísticos, servicios de reservas y actividades relacionadas con los mismos.
En la hostelería, según los datos de afiliación media mensual de la Seguridad Social, cotizaron en abril 10.113 personas, la mayor parte de ellas amparadas por un ERTE, que no supone despido sino la suspensión temporal de un contrato o una reducción de horas de trabajo sostenida con ayudas públicas.
Pese a este colchón, las estadísticas de la Seguridad Social detectan una media de 1.041 cotizantes desaparecidos entre marzo y abril, lo que supone la eliminación definitiva del 9% de las plantillas de bares, restaurantes, hoteles, entre otros negocios. Es un porcentaje que crecerá previsiblemente a lo largo de los próximos meses, cuando no exista el amparo de los ERTE, se reabran las puertas y no haya actividad ni ingresos suficientes para sostener las plantillas existentes antes de la alarma nacional.DB.
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