La UCI está pendiente de sus, por ahora, cinco últimos pacientes con coronavirus para poder completar el repliegue de sus instalaciones y volver a asumir la atención de los críticos por su cuenta, sin tener que recurrir a camas de Anestesiología y Reanimación, como antes de la eclosión de la pandemia en Burgos. Para ello, ya se han limpiado y desinfectado dos de sus tres áreas, pero habrá que esperar a que todos los críticos por complicaciones de la covid-19 estén en condiciones para subir a planta para poder finalizar esta tarea, que simbolizará la recuperación de la normalidad en el HUBU. Un paso al que, sin embargo, todavía no se le puede poner fecha por la complejidad de estos casos.
La UCI de la capital es única para toda la provincia, dado que ni el Santos Reyes de Aranda ni el Santiago Apóstol de Miranda disponen de cuidados intensivos. Así, en las semanas de crecimiento exponencial de contagios e ingresos por el SARS-CoV-2 llegó a tener 55 pacientes infecciosos a la vez, lo cual obligó a ocupar camas en Anestesiología y, después, varios quirófanos. Solo así era posible garantizar que todas las personas con imposibilidad de respirar por sí mismas por las complicaciones de la enfermedad del coronavirus (denominada covid-19) tuvieran un respirador y la ventilación mecánica que necesitaban para sobrevivir.
Una vez que la presión asistencial empezó a bajar y la ocupación de la UCI se redujo a 25 pacientes, se empezó a liberar espacio en la Unidad de Recuperación Post Anestésica (URPA). Después se pudo prescindir de los quirófanos anexionados a la ‘UCI extendida’ y la asistencia de los críticos por la covid-19 se ciñó a las 26 camas estructurales de la Unidad de Cuidados Intensivos y a los once puestos de la sala de Reanimación de anestesia (más conocida como la REA), que son las dos zonas en las que se sigue atendiendo a estos enfermos más graves: dos están en la denominada UCI 3 y otros tres están en la REA.
Este espacio de Anestesiología (dedicado a los críticos postquirúrgicos que necesitan cuidados de los anestesistas durante más de 24 horas) no podrá dedicarse a su cometido habitual hasta que no se pueda dar el alta a los pacientes más graves por el coronavirus que todavía quedan en el HUBU. Solo con todos los puestos libres se puede ejecutar el minucioso proceso de limpieza y desinfección, que dura varios días; entre otras cosas porque se hace con productos químicos que necesitan degradarse durante horas y un tiempo de ventilación para ser inocuos.
Los 16 puestos de las denominadas UCI 1 y 2 ya se han adecuado para la atención de los críticos polivalentes (traumatismos por accidentes, infartos, ictus...), pero no es posible vaticinar cuándo podrá hacerse otro tanto en la UCI 3 y en la REA. Entre otras cosas, porque los enfermos con complicaciones más graves a causa de la covid-19 son muy complejos, con avances y recaídas repentinas que impiden avanzar cuándo se dará la situación en la que la REA podrá dejar de prestar apoyo a los críticos infecciosos y volver a dedicarse a los quirúrgicos.
Las altas han sido muy progresivas, pero la experiencia indica que entre un 8% y un 10% de los hospitalizados por esta infección de las vías respiratorias acaba teniendo complicaciones que comprometen la vida y necesitando cuidados intensivos, así que mientras haya casos de covid-19 en planta hay posibilidad de un nuevo ingreso. Estadísticamente ahora serían una o dos personas como mucho.
La cuestión en ese momento será si la UCI estructural del HUBU (los 26 puestos de críticos de adultos con los que se inauguró el hospital en 2012) tiene espacio libre para atender esos casos o no.DB
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