Los llamados fotos rojos, también conocidos como semáforos espías, están a punto de cumplir diez años desde su instalación en diferentes puntos de la ciudad. Estos dispositivos surgieron como elemento disuasorio para que los conductores no se saltaran los reguladores en lugares donde el riesgo de tener un accidente grave es mayor. Durante esta década, el poste colocado en la avenida del Arlanzón ha sido el que más infracciones ha captado, básicamente porque desde hace ya un tiempo era el único que estaba fijo durante todo el año. Los otros cinco iban rotando hasta hace unos meses. El Ayuntamiento ha adquirido más aparatos y próximamente todos serán estables.
Al ser uno de los puntos más críticos de la ciudad, el cruce de caminos entre la BU-11, la avenida del Arlanzón y la plaza del Rey fue el elegido para ocultar el único foto rojo que había en la ciudad hasta hace bien poco. El Consistorio contaba con otro dispositivo espía, que capta en imágenes cuando un vehículo se salta un semáforo, el cual iba rotando por los dos postes colocados en la calle Vitoria, uno a la altura de la iglesia de la Sagrada Familia y otro en el acuartelamiento Diego Porcelos, otros dos en la avenida Cantabria, uno por cada sentido, y el de la avenida del Cid, cerca de Vadillos.
Por este motivo, hasta el año pasado el aparato fijo era el que acumulaba siete de cada diez denuncias por rebasar el regulador en la fase roja, lo que acarrea un multa de 200 euros y la pérdida de tres puntos del carné de conducir. Este ejercicio, las sanciones están bastante más repartidas por toda la ciudad. No es de extrañar por tanto que, a pesar de que los burgaleses han estado confinados durante cerca de tres meses, en 2020 haya habido casi las mismas infracciones que en el mismo periodo de tiempo de 2019.
Entre enero y junio, los semáforos espías ‘cazaron’ a 950 vehículos, 322 menos que hace un año. Es especialmente reseñable que entre los dos últimos meses se contabilizaron un tercio de las sanciones, lo mismo que ocurrió en 2019. Así, 342 conductores se saltaron alguno de los reguladores que cuentan con el dispositivo de control en las últimas ocho semanas. Obviamente, con este nuevo escenario en el que existen más aparatos estables que controlan, el papel más sancionador estará proporcionalmente ligado a las intensidades de tráfico, si bien todas estas calles soportan una gran densidad de circulación.
Según indican desde la concejalía de Seguridad Ciudadana, a los cinco dispositivos fijos que ya hay en la actualidad, y que hasta ahora contaban con uno rotatorio, se les sumará en las próximas semanas uno nuevo que está cumplimentando su fase de pruebas. Eso significa que la infracción de saltarse un semáforo en cualquiera de estos puntos siempre terminará en denuncia.
Un elemento discutido. Es habitual que cuando una medida que surge para mejorar el tránsito de coches y, por ende, la seguridad de los conductores, va también en detrimento de los bolsillos en caso de incumplimiento, ésta puede tener muchos detractores. Esto pasa con el foto rojo desde hace unos años. A medida que las ciudades españolas han ido incorporándolos, los usuarios de vehículos que han cometido alguna infracción y han sido sancionados por ello han puesto el grito en el cielo. Por un lado, porque consideran abusivo el castigo (200 euros y tres puntos) y por el otro porque muchos advierten de que no están debidamente señalizados, como ocurre, por ejemplo, con los radares que controlan la velocidad.
En los foros, en aplicaciones y en redes sociales como Telegram existen grupos con interminables debates sobre la ilegalidad de estos dispositivos. Y lo cierto es que la justicia ha dado la razón a más de un conductor que ha decidido recurrir la sanción impuesta por esta infracción. Por el momento no existe ninguna contra el Ayuntamiento de Burgos en este sentido, pero sí en localidades vecinas como Valladolid o Bilbao.
Ambas sentencias favorables a los recurrentes son bastante críticas con los semáforos espía y, por tanto, sientan una jurisprudencia que abre la puerta a muchas denuncias. En el procedimiento judicial en el que desembocó la protesta ciudadana en Valladolid a principios del mes de marzo, el magistrado señalaba claramente que las imágenes del semáforo no probaban de manera fehaciente la infracción porque no son sometidas a ningún control metrológico. Sobre este asunto, y extrapolándolo a Burgos, la concejala de Seguridad Ciudadana, Blanca Carpintero, explicó en su momento que el sistema del foto rojo es «un vídeo del que se sacan tres fotogramas del antes, durante y después de que un vehículo rebase el regulador», de manera que, asegura, «hay una garantía legal» del dispositivo.
Más cuestionable es, sin embargo, el cumplimiento de los semáforos espía de la capital en cuanto a la otra pata sobre la que se sustentan los fallos de las capitales castellana y vasca. Los dos magistrados coincidían en considerar que los foto rojos no están debidamente señalizados, lo que, opinan, da a entender que «se han instalado con intención de sancionar». Solo hace falta recorrer los seis postes de la ciudad para cerciorarse de que tampoco hay ninguna señal que informe de su presencia. DB-
Comentarios