Un mes después del comienzo del fugaz cierre perimetral del municipio de Burgos (se implantó el 21 de octubre y se levantó a los tres días, con el toque de queda) puede afirmarse que la situación epidemiológica mejora de forma generalizada en la ciudad. Por primera vez desde entonces, el preludio de una cascada de restricciones vigentes hasta el 3 de diciembre, todos los indicadores epidemiológicos registran una evolución positiva. Algo que, sin embargo, tardará un par de semanas en repercutir en el HUBU, aún muy tensionado: 252 pacientes en planta por la covid-19 (trece menos que el día anterior) y otros 43 en la UCI. Semejante volumen de enfermos graves conlleva mortalidad y ayer, de hecho, fue el segundo día de la actual oleada pandémica en la que se certificaron diez defunciones por covid-19; todas en el HUBU.
En lo epidemiológico, los indicadores más alentadores son los relativos a las incidencias acumuladas globales para cada 100.000 habitantes: la de los últimos siete días ha caído un 36% (de 1.019 a 652,3) y la de 14 días, un 6% (de 1.791,5 a 1.672), en sendos casos con respecto a los datos del viernes 13. El pasado fin de semana fue el peor de toda la pandemia, con datos disparados en todos los parámetros de análisis, y ahora, en cambio, en fase de remisión. Las incidencias acumuladas en mayores de 65 años, aun siendo muy altas (1.682 en 14 días y 822 en 7 días), han comenzado a descender en los dos períodos y el porcentaje de pruebas con resultado positivo también se reduce poco a poco.DB
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