Liboria Sadornil se jubila en mayo. Ella lo tiene decidido y los carteles anunciando la liquidación se lo confirman a los clientes de su diminuta tienda. La Mercería Roma, el último comercio abierto de las antaño bulliciosas Galerías La Inmaculada, cerrará sus puertas definitivamente esta primavera, poniendo así fin a 50 años de trayectoria que se cumplieron sin celebración ninguna hace unos pocos meses.
En 1970 se anunciaba como gran modernidad en las páginas de este periódico la puesta a disposición de los empresarios interesados de 28 locales comerciales en la Barriada de la Inmaculada, por entonces rebosante de vitalidad y juventud gracias a las familias obreras llegadas de toda la provincia al calor del Polo de Promoción industrial.
Hoy en día, sin embargo, el modelo de las galerías comerciales está caduco y solo unos pocos sobreviven a una tendencia imparable que ha llevado a los compradores a tiendas más grandes y variadas, donde no importa tanto la calidad como los precios.
A lo largo del último lustro han cerrado tres de las seis galerías que la Federación de Empresarios de Comercio tiene censadas en la ciudad. En 2016 bajaron todas las persianas de la Galería Ausín, a la altura del número 175 de la calle Vitoria, donde ahora hay una gran tienda de ropa. En 2019 lo hizo la pollería-casquería que todavía daba sentido a las Galerías México, en Capiscol, que fueron las primeras de la ciudad al entrenarse en 1968. Y las Galerías La Inmaculada, donde resiste Liboria aunque en un comercio orientado al exterior, clausuraron su pasillo central en diciembre de 2019 cuando cesó su actividad la carnicería César.DB
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