K. C., su marido y sus dos hijas han vivido tres meses «complicados» en una vivienda que alquilaron en el número 175 de la calle Vitoria de Burgos. Y no precisamente por problemas en el propio habitáculo, sino por lo que acontecía en una de sus paredes contiguas al dormitorio del matrimonio. No existía el día en el que no escucharan ruidos a la hora de irse a dormir o que les despertaran a altas horas de la madrugada.
«No llevo mucho tiempo aquí, desde finales de enero. Al principio, no sabía que existía un prostíbulo al lado del piso que acabábamos de alquilar, pero siempre escuchábamos ruidos por la noche. Parecían fiestas, pero no sabía de dónde venía el jolgorio. Se oía tan claro que no podía dormir. Luego ya nos enteramos de lo que sucedía», relata K.C..
Y supieron de la existencia del supuesto burdel tras hablar con una vecina y la anterior inquilina del piso. «Por aquel entonces me planteé cambiar de piso. Nadie quiere tener una situación así al lado de su casa», apunta la afectada, que reconoce que a día de hoy no pretende cambiar su domicilio al remitir el ruido. «Desde que salió en prensa, no se han vuelto a escuchar ruidos. Lo peor era que la gente llamaba a todas las puertas a altas horas de la madrugada. Y pasaba en varios pisos», lamenta.Recientemente, a su vivienda también se ha acercado el propietario del supuesto piso donde se ejerce la prostitución. «No sabía quién era. Me preguntó si nos molestaban y les dije que sí. Me vino a decir que no era para tanto», concluye K. C., que denunciará ante la Policía Nacional «si se vuelven a repetir los ruidos».
La historia del prostíbulo en una vivienda de la calle Vitoria la sacó a la luz pública el propierio del piso en el que reside la familia de K. C., Óscar Sánchez. Harto de lo que sucedía en su casa, denunció publicamente su situación con cartas a varias administraciones públicas para intentar hallar una solución.
Precisamente, Sanchez ha denunciado esta semana en la Comisaría de la Policía Nacional de Burgos los hechos, aunque «es difícil intervenir si no hay un delito flagrante de trata de blancas o menores».
Las molestias generadas en la vivienda donde supuestamente se ejerce la prostitución, como ruidos a altas horas de la madrugada o timbrazos al equivocarse de casa, ya han tenido una repercusión negativa en Sánchez. «Mi primer inquilino, ya que la tengo alquilada al residir fuera de Burgos, se fue de la casa tras cumplir el año de contrato, por lo que ahora me ha tocado rebajar 80 euros la renta para compensar lo que padece la familia que reside ahora», apunta Óscar Sánchez.
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