Existe una ley no escrita que dice que si la lluvia no hace acto de presencia un viernes por la tarde conviene estar pendiente para que el Castillo no se convierta en una inmensa zona de fiesta. Más aún cuando el toque de queda ya es historia y los chavales se sienten con la libertad de volver al pasado. Pero la Policía Local no permitió ni un solo amago. A eso de las ocho varios grupos subían desde la Camposa cargados con bolsas llenas de botellas. A mitad de camino, un vehículo rotulado les cerró el paso y tuvieron que darse media vuelta. Porque en lo que todos conocen como la explanada no hubo botellón ni nada que se le pareciera. Las laderas estuvieron controladas y solo hubo oportunidad de esconderse en alrededores o marcharse a la otra punta de la ciudad para beber alcohol.
Tal vez porque sabían que los efectivos del cuerpo municipal iban a estar muy pendientes de la parte alta de la ciudad, algunos adolescentes desecharon esa opción y buscaron refugio en otro de los puntos calientes, Fuentes Blancas. En la ladera que une el bar La Fragua con la playa, chicos y chicas sacaban cartones de vino y latas de cerveza y se reunían en torno a las mesas de piedra para echar unas risas o escuchar música en altavoces portátiles. Todo, eso sí, con la tranquilidad que brindaba una tarde muy apacible.
Los que sí se atrevieron a desafiar el control policial en el Castillo tuvieron que hacerlo a escondidas. Desde los depósitos de agua una patrulla trataba de seguir el rastro de las voces que se filtraban por las arboledas. Cuando les localizaban solo necesitaban avanzar tres pasos para dispersarles. Algunos de ellos se iban a la carrera, aunque no se olvidaban de cargar con la red de latas de cerveza. En la explanada, solo quedaba un grupo que se había juntado para jugar a la pelota. Sorprendía también la tranquilidad en torno a los supermercados de los aledaños de San Francisco, que en ocasiones anteriores era el punto de partida del tardeo juvenil.
Había cierto temor en el seno de la Policía Local de que, a la hora de sitiar las laderas, el botellón se desplazara a las calles del centro histórico alto. No en vano, ya ocurrió hace unos meses en Venerables, donde se daban cita tanto los que bajaban de beber como los quinceañeros que se refugiaban en los portales para hacerse vídeos que luego colgaban en redes sociales. Aglomeraciones que derivaban en peleas y causaban numerosas molestias a los vecinos. Nada de eso ocurrió ayer. Todo lo contrario. Tanto en la plaza como en el parque del Doctor Vara reinaba un ambiente familiar.
Era también el primer fin de semana tras la caída del estado de alarma en Las Llanas, otro lugar que se desmadró hace un par de meses pero que ayer estaba completamente vigilado por cuatro patrullas (...).DB
Comentarios