Si se colocaran en línea recta todas las canalizaciones de la red de aguas residuales de Burgos se podría conectar la capital con Gibraltar. Sí, bajo las aceras de la capital y de los polígonos industriales hay más de 800 kilómetros solamente para llevar estas aguas hasta la depuradora de Villalonquéjar. A esa infraestructura se sumarían los 600 kilómetros de tuberías para llevar el agua desde el embalse del Úzquiza hasta los hogares de los burgaleses, así como a los negocios industriales. «Si tuviéramos que hacerlo ahora mismo todo junto sería francamente difícil», apunta el concejal de Aguas, Miguel Balbás.
Una red compleja, la de las aguas residuales, que se divide principalmente en dos colectores, el norte y el sur. El norte empieza en el edificio de Telefónica y acaba en la depuradora de Villalonquéjar, mientras que el sur discurre por toda la margen izquierda del Arlanzón hasta entroncar con el norte a la altura de la Milanera. De esta forma, a la depuradora tan solo llega el colector norte y el del polígono de Villalonquéjar, que discurre en una línea separativa.Y todo esto bajo la supervisión diaria de los trabajadores de Aguas de Burgos y de la aplicación informática del sistema de información geográfico (GIS). «Está identificado todo lo que tenemos: sumideros, pozos, válvulas...», añade Balbás.
Un mecanismo que ha servido para capturar más información de lo que discurre bajo los pies de los burgaleses. Y no solo por la covid, ya que el trabajo de Aguas de Burgos ha sido esencial durante estos meses para sectorizar y calcular en qué zonas de la ciudad había una mayor presencia del coronavirus. «Siempre nos ha preocupado la información que puede aportar el subsuelo. Antes no preocupaba ese conocimiento sectorizado o parcial como se ha visto con la covid. Nos centrábamos en lo que llegaba a la depuradora. A raíz de la covid, hemos visto la posibilidad y la necesidad de sectorizar la red de alcantarillado», manifiesta el concejal de Aguas.Una versión anual y constante en todas sus instalaciones que tuvo su mayor auge con el nuevo anillo de conducción desde la potabilizadora hasta los depósitos de Cortes. «Eso ha supuesto que se pueda traer el agua necesaria para la ciudad, polígonos industriales y el alfoz desde la potabilizadora de Arlanzón. La capacidad del depósito se ha incrementado un 70%. Antes estábamos en 65.000 metros cúbicos y no llegaba a un día de abastecimiento salvo en invierno (en verano se puede ir a los 85.000). No teníamos capacidad de reserva y ahora tenemos 105.000 metros cúbicos (105 millones de litros). Se da un margen de cobertura mayor. Ya no es tan crítico como antes», desgrana el concejal.
Eso supone que un burgalés gasta de media 106 litros al día, aunque en esa cifra se incluye lo empleado por la industria. Cifra que se eleva hasta los 21.000 millones de litros al año entre todos los burgaleses. «Afortunadamente tenemos una industria fuerte. Pero sobre todo la agroalimentaria. Con empresas como Mahou, Pepsico, Campofrío...», añade Balbás, que destaca la calidad del producto que sale desde el grifo. «Se hizo una cata a ciegas en los depósitos del castillo con grandes marcas que venden agua. La que más gustó fue la del grifo», prosigue.
Ahora, el servicio de Aguas trabaja en instalar la telelectura y no solo para facilitar tomar nota de los contadores. «Se trabaja para que toda la información esté ligada. Cada vez se integra más toda la información. Imagina que se implanta la telelectura. Nos va a permitir conocer el consumo, además de un seguimiento del uso del agua para que sea inmediato. Si se produce cualquier incidencia se va a poder avisar al cliente. Vivimos en el mundo de la comunicación y de la inmediatez y de esa forma seríamos capaces de detectar una fuga. Hay algo que sorprende a la gente: son las pérdidas de las cisternas. Ese goteo continuo supone un consumo más amplio. Es la peseta que se ahorra todos los días», manifiesta el concejal.Precisamente Burgos posee la tercera agua más barata de España. Tan solo superado por Soria y Guadalajara. «Llevamos desde el 2013 sin subir un céntimo. Se ha conseguido una gestión técnica y económica adecuada y eso que no se ha dejado de invertir. Desde el 2013 al 2016 se invirtieron 80 millones de euros. De esos 80, 50 fueron con fondos europeos. Eso es una gestión adecuada. Además, estamos en deuda cero», apostilla Miguel Balbás.
Y todo esto, aderezado sin las complicaciones que viven actualmente otras ciudades que se pelean con las famosas toallitas. «Al no tener bombeos y funcionar por gravedad no hemos tenido esos problemas. Las toallitas generan problemas en los punto de bombeo, que los destrozan. Desde el año 1981, tenemos un mantenimiento diario con tres camiones limpiando las tuberías», concluye el concejal de Aguas.BURGOSCONECTA.-
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