Han sido el grupo de población más gravemente golpeado por la "covid-19" y ahora están sufriendo también las consecuencias emocionales de la mayor crisis sanitaria en un siglo. Los mayores se saben de riesgo y han cogido miedo a las aglomeraciones y al hecho de compartir espacio, también en el transporte público de la ciudad de Burgos. Es la explicación más probable al llamativo descenso de usuarios que se observa en la red de autobuses urbanos.
Según datos del Servicio de Movilidad y Transportes (SMYT), entre enero y agosto el uso de tarjetas de jubilados había caído un 51% respecto al mismo periodo de 2019, el último año previo a la irrupción de la covid. Es una caída muy llamativa por ser tremendamente superior al 36,5% de media que se ha obtenido en el conjunto de los viajes.
Ese tipo de tarjetas beneficia con un precio muy bajo (solo 0,12 euros por trayecto frente a los 0,47 del bono bus convencional) a jubilados y pensionistas mayores de 60 años. En los ocho primeros meses del año utilizaron la red municipal 562.670 viajeros. Suponen una ligera recuperación frente a los 546.905 que lo hicieron entre enero y agosto de 2020, pero hay que tener en cuenta que en este último caso hubo 0 usos en el mes de abril, durante el confinamiento más duro, y poquísimos en el mes de mayo. Si lo comparamos con los 1.144.583 que se subieron al autobús en el mismo periodo pre pandémico, la diferencia es abismal.
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