Si el autobús urbano sigue sin recuperar los usuarios con los que llegó a contar en 2019 y el tráfico de vehículos privados está estabilizado salvo puntos concretos que adquieren importancia como circunvalación, ¿cómo se están moviendo los burgaleses?
En el área de Tráfico del Ayuntamiento de Burgos tienen clara la respuesta a esta pregunta: «En modos alternativos como la bicicleta, los patinetes y también a pie». Por desgracia para la comprobación estadística, la administración local nunca ha tenido instrumentos de medición que permitan elaborar aforos de peatones, pero explican desde el departamento que dirige Adolfo Díez que «a través de las cámaras de control observamos mayor movimiento a pie».
Sí que existen los contadores de bicicletas, que ahora también suman a los patinetes de uso creciente, y a juicio del Consistorio no hay duda de que su utilización se sigue incrementando. «El que tenemos instalado en la plaza vega midió una media de 794 diarias en 2019, llegó a las 987 en 2020 y en lo que llevamos de 2021 ya tenemos 1.714», relatan.
De ser esto cierto, hablaríamos de más del doble de movimientos en un periodo de dos años, pero hay que tener en cuenta que la tecnología de conteo cambió en enero de este año y ahora se le supone mayor fiabilidad. Sea como fuera, y aun teniendo en cuenta el margen de error que pueden generar estas modificaciones en la medición, hay que recordar que este periódico ya publicó en junio que el tráfico de bicis en la plaza de Vega había marcado un récord histórico, al alcanzar una intensidad media diaria de 2.045.
El otro punto de medición de bicis está situado en la avenida de la Paz, cerca de la intersección con la de Cantabria. Allí los datos presentan un comportamiento más estable, sin los incrementos de la plaza Vega. El Ayuntamiento explica esa diferencia porque los usuarios del carril bici de la avenida de la Paz se desploman durante los fines de semana, algo que no ocurre en el puente de Santa María porque este último tramo se presta más al uso recreativo.
Las razones de los cambios en la movilidad pueden ser múltiples. Es evidente que la pandemia ha cambiado tendencias o que los mayores han cogido miedo al autobús, como demuestra el hecho de que ellos sean el colectivo que más cae en el uso del transporte público. Pero también la consiguiente crisis económica ha desanimado a muchos de comprar un coche, mantenerlo o alimentarlo con los precios del combustible por las nubes. Y en una ciudad como Burgos, donde casi se tarda lo mismo en atravesarla en coche o en bici, cada vez más hay quien se busca alternativasDB
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