Su agenda ha pasado de estar llena de citas con los clientes para cortarse el pelo o arreglarse la barba a colorearse con los planes más diversos. Andrés Losantos ha colgado las tijeras. El peluquero de Antoñanzas de la avenida Derechos Humanos, que acaba de cambiar el nombre por el de Bellaco, establecimiento de cabecera de deportistas patrios de relumbrón y abanderado de la campaña Movember en la ciudad, se retira después de casi 53 años con el secador. Pasa a un segundo plano, porque ha optado por la jubilación activa, y deja el papel protagonista a su hija Tamar.
«Me quiero desenganchar poquito a poco. Seguir algunos días me mantiene en contacto con lo que me gusta, echo una mano a mi hija y empiezo a saber lo que es tener tiempo libre para mis cosillas», cuenta sentado en la trastienda mientras de fondo se oye el trajín.
Su historia laboral empieza a escribirse el mes de junio de 1969. Había terminado el colegio y sabía que no iba a volver. Tenía 13 años y en el negocio familiar había tajo para todos los hermanos. Su primer cometido nada tuvo que ver con las tijeras y sí con el estropajo. Su padre llevaba la limpieza y colocación de publicidad de 52 cabinas de teléfono de la ciudad. Y todas las mañanas se pateaba las calles con el cubo y la escoba.DB
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