A Sara y Natividad les costó unos días recuperarse del susto del pasado mes de enero. Unos ladrones reventaron el cristal de la puerta de su peluquería de un alcantarillazo y se llevaron lo poco que había en la caja, secadores, maquinillas y otros enseres para vender en el mercado de segunda mano. Aunque lo peor, dijeron entonces, fue el destrozo que provocaron en el local. Tardaron tiempo en desprenderse del temor a volver a sufrir un asalto, si es que alguna vez se lo quitaron del todo. Ayer, volvieron a ser víctimas de la fechoría de los cacos. Por suerte, en esta ocasión se quedó en un intento. Pero el miedo a una réplica renació.
«Eso es casi lo peor de esta situación. Que vives con miedo a que te pueda volver a pasar. A no saber si mañana o pasado te vas a volver a encontrar la peluquería destrozada», reconoce Sara Río con cierta resignación. Su madre Natividad Fernández, que lleva más de 30 años al frente de este negocio familiar ubicado en el Paraje Buena Vista, también tiene esa sensación de inseguridad. «No entiendo por qué ahora pasa con más frecuencia que antes. Te planteas hasta poner una verja otra vez, cuando hace ya mucho tiempo que la quité», lamenta.
Madre e hija pasaron la mañana de ayer recibiendo, entre cliente y clienta, a la Policía Nacional y a los cristaleros que acudieron a reparar la puerta de entrada al establecimiento. Los hechos ocurrieron de madrugada. En esta ocasión, los cacos no usaron una alcantarilla. Fueron, a priori, más preparados. Trataron de acceder reventando el cristal con una maza. Pero se ve que no tuvieron demasiada pericia, o que contaban con herramientas defectuosas, porque la parte metálica del martillo se desprendió y cayó en el interior, quedándose los delincuentes con la madera en las manos y sin posibilidad de usarlo.
Pasaron entonces al plan B, que era forzar la puerta a la altura de la cerradura a modo de palanca. Se ve que tampoco se les dio muy bien, porque finalmente desistieron en su intento y se marcharon de allí. «No entiendo por qué ese empeño en entrar. La caja estaba abierta y se veía que no había dinero», explica Sara. Sin embargo, en este tipo de robos cabe recordar que los asaltantes buscan cualquier objeto de valor para venderlo y obtener un beneficio rápido.
En el anterior robo, el del pasado mes de enero, tenían sospechas fundadas de los autores, una pareja okupa que vive a escasos metros de allí y que son toxicómanos. Pero en aquella ocasión tenían una pista, el reguero de sangre que dejaron hasta el mismo portal de su casa tras cortarse con los cristales. Del de la pasada madrugada, no se atreven a señalar a nadie. No en vano, la Policía Nacional ya está investigando este nuevo robo en un barrio que lleva más de un año sufriendo este tipo de delitos.
más seguridad. Que te roben dos veces en cuestión de meses es una prueba evidente de la inseguridad que viven los vecinos y comerciantes de Gamonal. La propia asociación Zona G se hizo eco de este último suceso y reclamó tanto a la Policía Local como a la Nacional más presencia de patrullas en las zonas ante el creciente temor que reina entre los pequeños empresarios. Miedo que se une a la indignación por la impunidad. «Investigan, les detienen y a los dos días están otra vez en la calle. Igual para que les metan en la cárcel pasan años y el miedo a que se repita no nos lo quitan», concluye Río. DB
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