Sombra. Agua. Un sombrero o abanico. Ropa fresca. Y paciencia, mucha paciencia. Los remedios para soportar la primera ola de calor del verano volvieron ayer a estar en boca de todos para tratar de paliar temperaturas que en la capital alcanzaron los 35,6 grados a primera hora de la tarde. No obstante, por la madrugada el desplome fue considerable, ya que sobre las 7:20 se registraron 12,8 grados.
En otros puntos de la provincia como Aranda de Duero o Miranda de Ebro el mercurio alcanzó los 36,5 y los 36,4 grados respectivamente, temperaturas propias para la época pero a las que los burgaleses no estaban acostumbrados desde que arrancó el periodo estival. ¿La culpable? Una dorsal situada al este de la Península, en las inmediaciones de Argelia, que induce una masa de aire de origen subsahariano. La primera ola de calor de la temporada viene acompañada también de calima, polvo en suspensión procedente del continente africano, que llegará a todo el país salvo el noroeste y norte.
En Burgos ayer su presencia era mínima aunque se espera que en la jornada de hoy se intensifique. Las temperaturas podrían alcanzar los 36 grados centígrados, un registro sofocante pero muy lejos de la máxima histórica que se cosechó el año pasado. El lunes 18 de julio la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) registró 39,9 grados, una marca insólita desde que hay estadísticas oficiales y que batió los 38,8 cosechados en agosto de 2003.
A partir del miércoles los termómetros darán un alivio a los burgaleses. La Aemet pronostica que será mañana cuando comience un refrescamiento que descienda el mercurio hasta máximas de 27 (ese día) o 28 de cara al viernes. La predicción para el viernes y el fin de semana, aún por confirmar, señala que el calor volverá de nuevo a hacer acto de presencia aunque de forma algo más moderada (34 grados de máxima el sábado)DB
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