Burgos es una ciudad que puede presumir de contar con censo muy poblado de árboles, tanto en número de ejemplares como por las especies representadas y, además, destaca porque se encuentran distribuidos a lo largo de toda la ciudad, tanto en el casco urbano como en la multitud de parques burgaleses.
Pero un buen número de árboles crece en las aceras junto a las calzadas de la calles de la capital burgalesa creando problemas de movilidad para el tráfico y los peatones. Desde zonas como la avenida Arlanzón, donde las raíces han reventado la acera del río, donde las ramas más bajas quedan peligrosamente cerca de autobuses y camiones al igual que ocurre en la calle Cartuja, a la frondosa cúpula arbórea de la calle Federico Olmeda. Precisamente a uno de los árboles que forman este dosel vegetal se le rompió una rama el pasado viernes, cayendo sobre un coche y cortando la circulación del tráfico. En estos calurosos días de verano el frescor se deja notar en esta calle de los Vadillos, pero en invierno la pérdida de visibilidad es notable.
Lo que apenas se ve es el semáforo emplazado en la calle Vitoria en sentido centro a la altura de la cafetería Lago, en el número 133. Las ramas del árbol que crece a su lado son tan frondosas que durante el día apenas se ven las luces. Un semáforo camuflado entre las hojas del árbol que pone en riesgo a peatones y a vehículos. No hay más que ver la foto.
Otro semáforo en Reyes Católicos, en la esquina de los Juzgados, va por el mismo camino, lo mismo que muchas señales de tráfico en zonas de mucho arbolado como el final de la avenida Arlanzón en Capiscol, la calle Costa Rica, en la carretera de Fuentes Blancas en la zona del camping o en la calle Diego Luis de San Vitores, junto al colegio La Merced.
Muchos de estos árboles especialmente frondosos son plátanos, cuyo periodo de poda comienza a finales de verano o en el otoño. EL CORREO DE BURGOS.
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