Aunque sus usuarios están más que resignados, el hartazgo por el lamentable estado en que se encuentra buena parte del parque Félix Rodríguez de la Fuente no deja de sulfurarlos. «Es una vergüenza. Hay sitios por los que no se puede pasar porque cualquiera se puede torcer un pie o caerse», sentencia Abilio, que suele acercarse a este espacio público casi todas las tardes. Allí se reúne con algún viejo amigo con el que pegar la hebra mientras observan el navegar de los patos, el vaivén cotidiano de quienes vienen y van. Y esos que vienen y van no lo hacen por determinados puntos del parque, porque es un peligro para caminantes, como la Roma de Rafael Alberti: los boquetes que han dejado los listones de madera rotos no son un juego de niños.
Prácticamente todo el entarimado está hecho unos zorros, lo que constituye un riesgo para el viandante a la vez que desnuda las vergüenzas de quienes deben velar por el decoro de los espacios que son de todos, de ahí que el actual equipo de Gobierno esté urgiendo a la empresa adjudicataria de la remodelación, RFS, a que formalice el último trámite administrativo que será el pistoletazo de salida para el inicio de las obras.Se trata nada más que de una firma, pero hasta que ésta no sea estampada no arrancará la actuación. «Queremos que la reforma empiece cuanto antes y por esto estamos urgiendo a la empresa para que cumplimente el trámite», señalan fuentes de la Concejalía de Vías Públicas.
Ya no sólo es que haya listones de madera rotos, descuajados o sencillamente ausentes: son numerosos los rincones verdes del parque en los que estos se acumulan, como basura que nadie se digna a recoger aunque ya no vayan a servir para nada. La imagen que proyecta el parque dedicado a la memoria y el legado del naturalista burgalés más universal es de todo punto lamentable.Ni los niños juegan en las partes más deplorables de la plaza ni los ancianos se atraven a hollarlas. Nadie en su sano juicio se atrevería. Para que no falte de nada en esta fotografía de la desidia y la calamidad, muchos de sus rincones están vandalizados y hay jardineras que sólo tienen de ellas el nombre: son secarrales. Tampoco las fuentes escapan a la mala imagen general del parque; sólo le salvan sus bellos árboles, algunos arbustos, los recintos ajardinados que sí han gozado de riego y el hecho de que sea habitado por los vecinos, toda vez que es un parque profundamente humanizado.DB
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