La fiesta del Curpillos nunca decepciona. Ni siquiera tras el forzoso cambio de ubicación, del parque de El Parral al paseo de La Quinta, que tanta controversia ha generado en los últimos meses. Habrá opiniones favorables y en contra del traslado, por supuesto, pero no se puede negar que la atípica celebración de este año ha sido, como siempre, multitudinaria.
No era fácil asumir el cambio de emplazamiento aunque se contase con tiempo de antelación. Aún así, el entorno se ha amoldado a las circunstancias. Con algún que otro problema, las cosas como son, a la hora de acceder a La Quinta. Sobre todo, como ya advirtió la alcaldesa, Cristina Ayala, en la pasarela que cruza el río Arlanzón a la altura del estadio municipal de El Plantío. Cientos de burgaleses se preguntaban, pasadas las 12 del mediodía, cuál era la mejor vía de entrada. Como era de esperar, la pasarela se quedaba pequeña para soportar un trasiego de gente de tal magnitud. Las colas formadas a ambos lados del puente han obligado a la Policía Local y a la seguridad privada a gestionar el acceso, amén de supervisar las bolsas que muchos portaban dada la prohibición de portar recipientes de vidrio. Hasta 40 minutos han tenido que esperar muchos de los asistentes para pasar a La Quinta. Cada equis tiempo, se cortaba el acceso para los de fuera con el fin de favorecer las salidas y viceversa. Dadas las circunstancias, Protección Civil recomendaba -altavoz en mano desde uno de sus vehículos y también a través de las redes sociales- buscar otras alternativas menos concurridas como las escaleras de acceso desde la autovía BU-11 u otras pasarelas a la altura de Capiscol. Los más avispados y valientes, la mayoría chavales pero no todos, han cruzado el río sin pensárselo dos veces.
Una vez dentro... El Parral en su esencia solo que en un sitio distinto. Las casetas de las peñas no dan abasto ante la aglomeración de personas con ganas de tomar el vermú y comer deliciosos pinchos de morcilla, panceta, chorizo o lo que se tercie. Mientras tanto, miles de jóvenes disfrutan de una jornada en la que el botellón está permitida al tratarse de una fiesta de guardar. El buen rollo se palpa en el ambiente, aunque no está de más recordar los llamamientos a la responsabilidad en la ingesta de alcohol para evitar disgustos conforme pasan las horas. Para que la fiesta se desarrolle con normalidad, dentro de lo que cabe, el dispositivo sanitario situado en Las Veguillas permanece atento ante cualquier aviso. A primera hora de la tarde, la situación está controlada aunque no hay que confiarse. Dentro del puesto de Emergencias, gestionado por Cruz Roja, varias dotaciones de Bomberos por si las moscas. Por su parte, agentes de la Policía Nacional se encargan de controlar que el Curpillos en La Quinta se celebra sin incidencias reseñables. EL CORREO DE BURGOS
Comentarios