Vecinos, comerciantes y hosteleros celebran las primeras peatonalizaciones en Gamonal. Poner coto a los coches ha llenado de vida espacios del barrio que antes estaban literalmente tomados por las cuatro ruedas como son los casos de las calles Roma y Francisco Grandmontagne y, en menor medida, la plaza Lavaderos. Sin embargo, este paso, -que también ha servido para modernizar la imagen de esta zona de la ciudad-, no ha hecho más que aumentar los históricos problemas de aparcamiento, especialmente en rotación para favorecer al tejido comercial.
El aparcamiento disuasorio de las Torres, con 600 plazas, se ha quedado pequeño para acoger toda la demanda y la presión para encontrar un sitio para aparcar se ha trasladado a zonas aledañas, especialmente en horario nocturno. El terreno lleno de baches y charcos situado frente a las antiguas naves de Textiles Marín no es impedimento para su uso como improvisado aparcamiento. Las calles Gonzalo de Berceo, Dámaso Alonso o las traseras de Camino Casa La Vega también se han convertido en un refugio nocturno para los coches. La situación es tal que muchos conductores no tienen inconveniente en aparcar en las cunetas de uno de los laterales de Manuel Altolaguirre. También están llenas las plazas que se ganaron al otro lado de la calle cuando el Ayuntamiento arregló el acceso al colegio Juan de Vallejo.
Y es que las peatonalizaciones, que restaron más de 200 plazas, en un barrio con un déficit de aparcamiento histórico ha forzado a utilizar el disuasorio que durante años estuvo a medio gas. La zona más próxima a las Torres no tiene ni un sitio libre a ninguna hora y la más cercana a Manuel Altolaguirre se ha saturado ahora de autocaravanas al haberse quedado pequeño el espacio destinado a ellas ubicado junto al instituto Pintor Luis Sáez con tan solo 23 plazas. Esta situación ha motivado las quejas de asociaciones vecinales y comerciales y así se lo han trasladado al Ayuntamiento. «El disuasorio está completo por la presencia de autocaravanas. Algún día he contado más de 60», apuntó el presidente del Consejo de Barrio de Gamonal, Ángel Alonso.
El hecho de que estas plazas estén ocupadas por las caravanas reduce la opción de estacionar a los vecinos, a los clientes de los establecimientos comerciales e, incluso, a las familias que acuden a diario a llevar a sus hijos al instituto o al conservatorio. «Hemos enviado una queja al Ayuntamiento acompañada de fotos, pero no hemos obtenido respuesta. Cada caravana ocupa dos o tres plazas y eso complica el aparcamiento de los clientes y de los vecinos», indicó Victoria Vélez, presidenta de la Asociación de Comerciantes Zona G, al tiempo que recuerda que todos los establecimientos comerciales siempre han promocionado que se estacione en el disuasorio al estar a entre 5 y 7 minutos de las principales calle comerciales de Gamonal.
Desde el Consejo de Barrio se insta a construir nuevos aparcamientos ante la situación insostenible que se está produciendo. «Hay que hacer aparcamientos y así se lo hemos trasladado a alcaldesa y al concejal de Urbanismo», indicó Alonso, conocedor del malestar vecinal que ha generado por el proyecto de párking en altura en María Amigo.
Los comerciantes se muestran contrariados por el problema que está suponiendo para los negocios no contar con plazas en rotación, lo que está restando clientes. También lamentan que no hayan tenido noticias del Ayuntamiento sobre la prueba piloto anunciada para implantar una zona naranja o rosa desde abril. «Fue una idea nuestra, les pareció interesante y nos han vacilado», indicó Vélez.
Ampliación. El Ayuntamiento ha sacado a concurso la ampliación del aparcamiento disuasorio de las Torres tras adquirir el solar contiguo. Está previsto derribar las naves y acondicionar el espacio para ganar 180 plazas y zonas verdes. Tendrá un coste de 566.000 euros y un plazo de ejecución de seis meses, de modo que hasta el próximo año no será una realidad, al igual que el nuevo aparcamiento disuasorio que se quiere construir en el Silo y cuyas obras se han adjudicado ya a Padecasa. DB
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