Son las figuras emblemáticas del folclore burgalés. Las más queridas entre los pequeños que no se pierden sus bailes en cada jornada de las fiestas de San Pedro y San Pablo. Los Gigantillos son conocidos por todos los burgaleses y no burgaleses. Grandes y Pequeños. Pero ¿cuántos conocen su historia? Muy pocos.
«Todos, niños y mayores, conocen los Gigantillos físicamente pero no tanto su historia que al final es la historia de la ciudad ni su papel en el folclore y es un legado que, si no se conoce, no se puede conservar como se debe», explica María Ángeles Vázquez de Luis.Ella es una apasionada del folclore y la tradiciones de Burgos. Hoy forma parte del elenco del Grupo Tradicional Gavilla, antes estuvo en Estampas, y en su archivo conserva multitud de información de los símbolos burgaleses más tradicionales. ¿Por qué se animó a hacer un libro sobre los Gigantillos? «Todo empezó cuando me pidieron colaborar en la revista del pueblo de San Miguel de Pedroso, no sabía de qué escribir y me acordé del año en el que estuve de voluntaria para el Festival Internacional de Folclore. Allí la intérprete de signos, al ver bailar a los Gigantillos, me comentó que su hijo, un gaditanito muy gracioso, no se perdía uno de sus bailes y entonces pensé que había que dar a conocer esa historia que seguro que ni ella ni su hijo, que venían de fuera, conocían pero que ni los propios burgaleses, me he dado cuenta después, tampoco sabían», cuenta.El artículo se quedó corto para toda la información que a lo largo de los años había atesorado María Ángeles quien, de niña con un hermano que era integrante del grupo de danzantes, no se perdía un baile de los Gigantillos. «Veía a Julián, que inició la saga familiar de porteadores que hoy se mantiene, bailando, con esa gracia y salero y me llamaba la atención, luego tienes trato, porque todos son de la zona donde yo he vivido, con lo que cada cosa que salía de los Gigantillos y los Gigantones la iba guardando».El artículo en la revista se quedó pequeño. «Mi marido pensó que con toda la información que tenía, tantas curiosidades que no se conocían, necesitaba un libro que lo contara», explica. Así fue como surgió el primer libro que narra la historia de los alcaldes serranos de cartón piedra que no faltan a una cita festiva de Burgos.
Poco a poco el proyecto empezó a tomar forma, más allá de la idea de Vázquez, ‘Los más grandes de Burgos’ donde se relata como los Gigantillos y Gigantones parten de una tradición que hunde sus raíces en el siglo XIII. «Son una evolución de las Tarascas y Tarasquillas que salían en la procesión del Corpus, se conoce que existen estas figuras desde 1564 pero las figuras actuales no son tan antiguas», explica la autora del libro que ya está por su segunda edición.
Cuenta sus vicisitudes que son, en definitiva, un relato de la historia del ultimo siglo y medio. La conocidísima imagen actual fue idea de Isidro Gil (secretario del Ayuntamiento y conocido ilustrador y fotógrafo de finales del siglo XIX) y Evaristo Barrio (director entonces de la Escuela Provincial de Dibujo). En 1899 habían diseñado los bocetos de los Gigantillos que se iban a renovar ante la celebración del V Congreso Católico. «Representan a un alcalde y alcaldesa de Arcos de la Llana o de cualquier zona de la sierra de Burgos», explica. Con esa imagen se mantuvieron por años hasta que en 1967 se decidió cambiar los ropajes de serrana por un traje tradicional al estilo de la época. No gustó. Mª Ángeles relata los escritos en contra de esa imagen que tan poco se parecía a la tradicional que ya se recuperó en 1980. Ése es el outfit que la Gigantilla ha mantenido hasta hoy con varios cambios de vestuarios que han buscado preservar el original.
Un suceso también implica a estas figuras de cartón piedra, huecas por dentro, pero que alcanzan los 60 kilos de peso. Un incendio acabó con las figuras tanto de los Gigantillos como de los Gigantones. Un incendio en los almacenes municipales del Barrio Gimeno arrasó con los originales. «Se pensó en un primer momento que había sido fortuito, así se dijo, pero 38 años después un extrabajador municipal reconoció a su hijo en su lecho de muerte que había sido él y que lo había hecho al ser despedido», recuerda la autora.
Las icónicas figuras no solo han sido un reclamo para toda efeméride celebrada en Burgos. Fueron protagonistas de un viaje por Europa en plena II Guerra Mundial cuando las autoridades del III Reich quisieron que la pareja formar parte del desfile del festival folclórico Fiesta de la Alegría. Los Gigantillos y sus porteadores pasaron en el 39 por Badajoz hasta Lisboa y en barco llegaron a Hamburgo ciudad donde estuvieron cinco días y, después, fueron hasta Berlín donde el propio Hitler les recibió chapurreando palabras en castellano.
Los dictadores patrios también tiraron de los Gigantillos para ganarse el favor popular como su participación en los festejos del quinto aniversario del gobierno Dictatorial de Primo de Rivera. Acudieron al plató de TVE dentro del programa ‘La Banda Mirlitón’, protagonizaron la visita que realizo la reina Isabel II a Burgos o fueron parte del desfile popular de las fiestas de San Isidro y hasta la Gigantilla ha sido madrina de una promoción de licenciados en Derecho. O han sido protagonistas de un concierto en la Riviera de Madrid con La MODA.
«Es un patrimonio único y singular, que incluso han sido requeridos fuera de Burgos antes y ahora, pero que no tiene el reconocimiento que se merecen», reivindica la autora que en estos días realiza intervenciones y presentaciones de estas y otras curiosidades allí donde la requieren. Piensa especialmente que este legado patrimonial forme parte de la biblioteca de colegios, centros cívicos y Bibliotecas Municipales para que «los pequeños más curiosos puedan descubrir la historia de estos personajes tan señeros de lo nuestro». Así, desde el 20 de diciembre, cuando la publicación se presentó en la Sala Polisón del Teatro Principal, ha realizado presentaciones en la Casa de Cultura de Gamonal, en la sede de las Abuelas de Gamonal y tiene previsto hacer intervenciones con los más pequeños en el colegio Blanca de Castilla y el centro Sagrada Familia donde trabajó .
Mientras reivindica que se pelee por el reconocimiento de Bien de Interés Cultural y se exponga en un espacio más didáctico que la casa que se ha retirado del Teatro Principal. Eso sí, cuenta que ya está pensando en una segunda parte con otro protagonista del acervo cultural burgalés.EL CORREO DE BURGOS
Comentarios