Un tipo desorientado aborda a una señora de avanzada edad. Lleva en la mano un boleto de lotería y, con un acento gallego depurado, asegura que está premiado y no sabe dónde puede cobrarlo. Otro individuo que pasa por allí se une al corrillo y propone un plan a la mujer: le dicen dónde puede conseguir su dinero a cambio de una parte del premio. El resto es historia. La víctima acaba sacando dinero para poder llevarse su parte del pastel y acaba siendo ella la estafada. Sí, estamos hablando del archiconocido tocomocho. Un timo que sigue siendo uno de los más utilizados por los delincuentes, a los que ni siquiera les hace falta cambiar su puesta en escena. En los últimos días se han denunciado dos casos en Burgos, lo que demuestra su efectividad al igual que la de otros engaños que siguen siendo recurrentes -que no alarmantes-, como el abrazo cariñoso, el falso instalador del gas o las falsas llamadas de familiares.
Pero volvamos al tocomocho. En los últimos casos conocidos en Burgos, la picaresca y, por qué no decirlo, la codicia de la víctima, entran en juego para beneficio de los malos, que saben muy bien jugar sus cartas. Fue un timo clásico. El supuesto gallego aborda a una mujer asegurando que no sabe cómo debe cobrar unos billetes de lotería premiados. Es el 'tonto'. En mitad de la conversación, aparece el otro personaje, el 'listo', que es el que se encarga de convencer a la mujer de cerrar un negocio imposible de rechazar. Se aprovecharán del tipo que tiene los billetes galardonados. Supuestamente le ayudarán a hacerse con el premio, pero ofreciéndole menos dinero.
El 'listo' saca un sobre con miles de euros, se lo da a cambio del boleto que vale más del doble y acompañan a la mujer a una sucursal bancaria para hacer la misma operación. En este último caso, y pese a los consejos de la entidad bancaria, la víctima siguió adelante. Minutos después, se quedó sin el boleto premiado (en realidad nunca lo estuvo) y sin el dinero que había sacado para hacerse con esa comisión. Es ahí cuando se percató de que había sido víctima de una estafa que puso en conocimiento de la Policía Nacional.
Curiosamente, esa denuncia coincidió con otra muy similar en el que la descripción de los dos delincuentes era prácticamente idéntica. En este caso, la mujer no había terminado de creerse el engaño y, por suerte, no picó. Las pesquisas practicadas llevaron a concluir que los dos delincuentes que la habían abordado eran los mismos que engañaron a la otra víctima. Según fuentes policiales, son bandas organizadas e itinerantes que van cambiando de personajes y de papeles en función de la ciudad o del lugar donde tienen intención de cometer la fechoría.
Según explica el inspector de la Policía Nacional Antonio Salguero, «este intercambio de papeles dificulta muchas veces las investigaciones, pues sabemos que pertenecen todos al mismo grupo delictivo, pero como las víctimas te hablan un día de que les había abordado un hombre y al siguiente de que es una mujer tienes que hacer más gestiones».
Desde la Comisaría Provincial advierten de que el timo del tocomocho sigue existiendo y reiteran a la sociedad que no deben fiarse de este tipo de ofertas al tiempo que animan a ponerlas en su conocimiento de inmediato. Lo mismo para otro tipo de engaños y hurtos clásicos, como puede ser el del abrazo cariñoso.
Las víctimas de este otro timo también suelen ser mayores. Las malhechoras (son principalmente mujeres) se acercan de manera efusiva con la excusa de que se conocen y aprovechan el descuido para abrazar y sustraer lo que pueden, principalmente joyas. En la capital hay constancia de este tipo de robos cada cierto tiempo. Uno de los últimos en la zona de Calzadas, donde una chica de mediana edad abordaba a ancianos del barrio haciéndose pasar por trabajadora de una farmacia cercana.
DB
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