El Protocolo de Atención a Accidente Ofídico del Grupo de Toxicología del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) sigue activo. Durante los últimos años, y como efecto del cambio climático, las víboras retrasan su estado de hibernación. La última mordedura de este reptil que llego al HUBU fue la semana pasada, con lo que son 13 los casos que han visto este año.
«Ha bajado ligeramente el número de accidentes que hemos tenido este año, especialmente en la capital, de donde solo nos han llegado dos mordeduras este año», revela el coordinador del equipo de atención a accidente ofídico de Urgencias, Alejandro López. El resto han sido situaciones dadas en los pueblos de la provincia de Burgos. En concreto, el 46% se han registrado en el sur de la provincia, aunque la gran afluencia de estos reptiles está más presente en el norte. El 30% se han dado precisamente en esa zona de Burgos, mientras que el 23% de los casos se han dado en localidades del centro de la provincia.
El protocolo de atención del HUBU establece un criterio de actuación en función de la fase de inoculación del veneno. En la fase grado dos se inyecta el antiveneno. Este año el 40% de los casos necesitó un antídoto. En total cinco. El servicio en Burgos tiene tres actualmente en reserva. Si fueran necesarios más, «no hay problema porque funcionamos en red a través de la Federación de Toxicología de España y sabemos en tiempo real en qué centro hospitalario disponen de él en caso de necesitarlo», explica López. Contar con reserva es necesario en un centro donde se atienden una media de 12 siniestros que, además, se prolongan durante el otoño.
Lo que se mantiene estable es el tipo de lesión que se produce y la hora en la que se han producido los ataques de estos reptiles. Manos y dedos son las zonas donde muerden porque «intentan coger al animal y se defiende ahí es donde se produce la lesión», sostiene. Estos accidentes suelen darse a media tarde, cuando el sol más calienta y estos animales salen a buscar alimento. Y este año se ha vuelto a repetir el patrón. Los casos que han llegado a la puerta de Urgencias del HUBU se produjeron entre las 16 y las 19 horas.
De los 13 casos atendidos este año, solo uno se correspondía a una mujer y la edad es muy dispar. La horquilla se mueve entre los 20 y los 94 años. «Si es en un grado leve no pasa nada, pero si es grave pueden darse más problemas con la coagulación en caso de personas mayores».
DETECTAN UNA ACCIÓN MÁS LENTA DEL VENENO
Tras ocho años de seguimiento de accidentes ofídicos, el equipo de toxicología del HUBU empieza a detectar cambios. «Lo habitual es que el veneno haga efecto tres o cuatro horas después de la mordedura, pero este año hemos visto casos en los que la toxicidad se expande de manera más lenta y la inflamación llega en 10 o 12 horas», reflexiona Alejandro López. EL CORREO DE BURGOS,
Comentarios